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La zona de la Demanda, se sitúa en el extremo suroriental de la provincia, lindando con Soria y La Rioja. La Sierra debe su nombre por un antiguo litigio que comenzó en el siglo XVI y que inició el pueblo de Monterrubio de la Demanda (Burgos), contra Canales de la Sierra (La Rioja), por la utilización de unos terrenos y pastos. El litigio se llamó el «asunto de la demanda» y duró hasta el siglo XIX, por lo que acabó dando nombre a los montes que comparten las dos provincias.

Este paraje recoge propuestas fascinantes que hacer:

-Muy cerquita encontramos Barbadillo de Herreros, cuyo nombre lo dice todo sobre a qué se han dedicado desde siempre sus habitantes. Aquí se encuentran los restos de lo que fue una próspera industria dedicada a la obtención de hierro y acero, que se prolongó durante casi un milenio y se convirtió en seña de identidad de la gente de esta zona.

– Sigue el vuelo de los primeros buitres negros de la Demanda

-Necrópolis medieval: La “ciudad de los muertos” está ubicada sobre un pequeño macizo de roca arenisca y está compuesta por un recinto ceremonial de anterior tradición pagana, restos de un pequeño poblado y la necrópolis propiamente dicha, que cuenta con 166 tumbas y 16 nichos, todos ellos excavados en la roca, lo que la convierte en la mayor y mejor conservada necrópolis altomedieval de toda Europa Occidental.

– Sierra de la Demanda: la tierra de los dinosaurios. Descubre los restos y huellas  de dinosaurios saurópodos, terópodos y ornitópodos que vivieron aquí hace más de 140 millones de años. También podéis visitar el Museo de los dinosaurios de Salas de los Infantes donde se exponen importantes restos y yacimientos de icnitas. O visitar el yacimiento de Mambrillas de Lara donde hay expuestos restos y huellas, además de poder sacaros una foto con un dinosaurio a escala real. Incluso se han descubierto nuevas especies de dinosaurios como el Europatitan eastwoodi, que recibe en honor al actor Clint Eastwood, quien rodó por estas tierras bastantes escenas de la película El Bueno, el Feo y el Malo.

La mayoría de las huellas tienen en torno a 140 millones de años, cuando se comenzaba la transición entre el Jurásico y el Cretácico, momento en que la Península Ibérica se encontraba bajo un clima subtropical en el que eran frecuentes los grandes bosques de coníferas y los lagos, donde se formaban grandes zonas cenagosas propicias para que los dinosaurios dejaran la impronta de sus pisadas y que con el tiempo han fosilizado, llegando hasta nosotros.

Si es que ya lo decía The New York Times en 2013 la ciudad castellana era la única capital española que aparecía en el listado de ciudades del mundo que el diario neoyorquino recomendaba visitar. En realidad, no hacía falta que llegaran plumillas de Estados Unidos para recordarnos el valor de los tesoros arquitectónicos que atesora Burgos. Fundada en el año 884 a orillas del río Arlanzón, la ciudad conserva la impronta de siglos de historia.